Kristin Rankin, la peluquera que rompe las barreras de género con Pantene

Kristin Rankin colabora en la campaña #elpelonotienegenero, de Pantene.

«Verte en el espejo del modo en que tú te ves por dentro puede llegar a cambiar tu vida». Kristin Rankin nos insistió en esto el día que presentó en Madrid la campaña ‘El pelo no tiene género’ junto a Pantene. La australiana trabaja desde hace un par años para que las peluquerías sean inclusivas con los clientes transgénero y LGTBIQ a través de Dresscode Project. Y, ahora, cuenta con el respaldo de la marca de cuidado capilar para dar un paso más.

Como ya te contamos, Pantene lleva un par de meses comprometido con la diversidad de la belleza. De hecho, además de dar visibilidad social al colectivo trans, la marca se ha involucrado en el Proyecto Ámbar, dirigido a apoyar su inserción laboral con un curso de formación. De hecho, la pasada Navidad, se entregaron becas a tres de las alumnas para trabajar como consultoras de belleza en El Corte Inglés.

kristine rankin-dresscode

Salones inclusivos

Lo cierto es que no es fácil imaginarse la sensación de entrar a una peluquería con ansiedad o miedo. Pero Kristin Rankin se ha encontrado varias veces con clientes así. «En 2017 entró en mi salón una cliente trans, para cortarse el pelo. Al día siguiente tuiteó que había sido la primera vez que, desde hace cinco años, se había sentido como una mujer», recuerda.

Así nació Dresscode Project. «al darme cuenta de que había que cambiar algo y derribar estereotipos en los salones». Un trabajo que compagina con la dirección de sus salones en Toronto, Nueva York y Colorado.

Cuenta de Instagram de Dresscode project
Objetivo: borrar las barreras de g´nero (@thedresscodeproject)

Es decir, Rankin, que considera su labor como una forma de activismo («diferente, pero activismo»), no pretende que se abran peluquerías especiales para el colectivo trans o LGTBIQ. «No lo necesitan. Lo importante es que cualquier salón sea inclusivo, que sus estilistas sepan trabajar con personas que pueden estar pasando por un proceso de disforia (trastorno de género) o depresión», explica.

Ni corte para chica ni para chico

Para llevar a cabo su objetivo, la australiana Kristin Rankin propone acciones tan sencillas como contar con baños que no sean de hombres o mujeres. Y no diferenciar en la carta de precios entre corte de chica y de chico. «Nosotros cobramos en función del largo, pero otros colegas, lo hacen según el tiempo que lleve el trabajo», señala.

Por ahora lo ha logrado en 200 salones en Norte América y, junto a Pantene, pretende alcanzar los 50 en España en los próximos tres años (por ahora ya trabajan con Corta Cabeza). «Piensa que algo tan simple como dejarte crecer la melena o dar con el flequillo perfecto puede ser un gran arma de empoderamiento. Y esto es especialmente cierto para la gente transgénero», concluye.

Otras acciones solidarias en la pelu: Pide cita por una buena causa